Autobiografía


Ultima entrega.

Mi madre, mi maestra, mi guía.


Primeros años.
Tenía 8 meses de gestación mi madre y mi padre terminaban de construir, en el resguardo indígena de Toez Caloto, aquello a lo que llamaríamos hogar. Poco después nací, así, libremente, sin instrucciones, sin algún camino definido que debiera seguir. Pasado el año de mi nacimiento mi padre empezaba a darle constantemente golpes a mi madre, hasta el punto de dejarla incapacitada por unas largas semanas. Pese a los fuertes golpes mi madre, una mujer de contextura gruesa, ojos miel y una larga cabellera, seguía al lado de lo que fue algún día un príncipe para ella, aún lo miraba con ojos de enamorada, planeaba un futuro a su lado y de cómo sería cuando fuésemos cuatro, pues sí, mi madre por segunda vez se encaminaba en el milagro de la vida. Nació mi hermana, una niña no tan sana, a causa de las secuelas del maltrato familiar, pequeña y con bajo peso.
Para después de su nacimiento nos trasladamos a vivir a Caloto y posteriormente a Santander de Quilichao un pueblo, en ese entonces bastante pequeño, del departamento del Cauca. Vivíamos en el barrio el Porvenir, solo las tres, mi madre, mi hermana y yo y a pesar de no contar con la compañía y seguridad de un padre y por ende con el apoyo económico que este debía darnos como nuestro derecho, siempre fuimos felices, pues mi madre cumplía con todas las expectativas que teníamos hacia ella, ¿existía un vacio?, si, vacio que llenó mi madre en cada hora, cada día, cada mes y cada año con todas sus enseñanzas pero sobre todo con su amor infinito, un amor Nasa.

Mi madre y su herencia.
Mi educación por obvias razones se la debo a mi madre, quien se esforzaba cada día más por hacernos parte de un mundo utópico, pertinente a la inclusión e igualdad, ya que a pesar de no ser parte de la clase alta estudié desde que tengo memoria en colegios de alta categoría, todo gracias a las manos sagradas de mi madre, su inigualable inteligencia y gran capacidad de discernimiento.
Mi primer modelo de educación estructurada, es decir a la que llamamos institución fue el preescolar Michael, este tenía sus bases en la pedagogía Waldorf. Ingrese con una beca a mis cuatro años, gracias a la aprobación de un proyecto que mi madre había escrito para doña Ludia, la directora. Nos enseñaban desde el arte de la panadería hasta como realizar mini-incursiones botánicas, estimulando nuestros sentidos y empezando con buenas raíces nuestro camino hacia el aprendizaje. Para ello todas las mañanas nos levantábamos a las 5, antes de la salida del sol, para realizar un viaje de un municipio a otro de casi 3 horas todo con el objetivo de llegar puntual a lo que sería una nueva aventura. Consideré mágico ese espacio desde el inicio cuando ingrese con lágrimas en los ojos porque me resistía a quedarme en lo desconocido, pasando por la aparición del dragón rojo visto por todos desde el balcón, hasta la culminación del preescolar, estando listos para iniciar la primaria, esto fue hasta mis siete años puesto que mi madre se oponía rotundamente a  seguir el modelo educativo nacional.

Mi madre y su lucha.
Mi madre siempre ha trabajado con los pueblos indígenas, es por ello que  estuve ligada a dichos procesos, conocía casi a la perfección temas relacionados con el movimiento, como lo son la recuperación de tierras, el plan de desarrollo y de salud. En la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, La ACIN, mi madre era quien formulaba los proyectos que beneficiaban a cada unas de las comunidades indígenas Nasa. Para ello se pasaba horas frente al computador creando su obra maestra, pero antes, preparaba una taza de café, me dejaba en la cama y me daba un tierno beso. Al terminar su perfecta redacción estos proyectos eran enviados tanto al gobierno Nacional como  a gobiernos internacionales en busca del apoyo y participación de personas para cumplir los objetivos indígenas. El más importante hasta ahora “El Plan de Vida” del pueblo Nasa.
Sin embargo, no siempre todo fue color de rosa, mi madre empezó desde cero, comenzó desde transcribir textos, apoyar la logística de las asambleas comunitarias, hasta ir vereda por vereda realizando las encuestas; es decir una “Detodologa” como yo la llamo. Durante todo este proceso mi madre obtuvo experiencia y fue labrando su propio camino, hasta ser la asesora de pueblo nasa, en pocas palabras mi heroína.         

Medicina tradicional.
En el 2005 a mis nueve años ocurrieron en mi casa acontecimientos extraños, algo que describiría en el ahora como sobrenaturales. Un día me encontraba durmiendo en mi cuarto cuando me desperté repentinamente y al mirar a los pies de la cama veía como un señor vestido completamente de negroy me miraba fijamente, en otra ocasión  veía como niños pequeños casi como enanos se paraban en las esquinas de la casa y con la misma intensidad me miraban. Otro acontecimiento semejante fue cuando durante un vendaval, mi niñera me pidió que fuese a recoger la ropa que se encontraba en la el patio pues se aproximaba una tormenta, así lo hice, fui, abrí la puerta y lo que encontré fue una árbol con un ojo en cada rama, estos me miraban igual que en las demás ocasiones. Pensé que me estaba imaginando tal hecho así que llame a Ana, mi niñera, y esta al ver tal hecho cerró inmediatamente la puerta y nos dirigimos a la parte delantera de la casa a esperar la llegada de mi madre, pues ambas sabíamos que no le temía a nada.
Todo esto pasaba constantemente por lo que ya me había acostumbrado después de pasado un mes. Me preguntaba porque veía estas cosas y fue mi madre quien dio respuesta a esta pregunta; me afirmo que algunas personas tienen el don de la visión y que viniendo de una familia indígena con dichos dotes podía yo ser parte de este grupo, que no debía asustarme, solo debía orar a Dios.
Por lo sucedido mi madre me llevo por primera vez donde el médico tradicional. Si, a mis 10 años realizaba mi primer ritual, en este aprendí el significado de ser indígena, las propiedades de cada planta y de la capacidad de sanación de estas como para algo tan simple como un dolor de cabeza. Esto chocó, un poco al principio, con mis creencias religiosas pues lo asimilaba con prácticas de brujería, pero como la mayoría de las ocasiones mi madre tenía una respuesta para ello, una reflexión tan fina que no me atrevo a escribir en este texto. Ese fue el inicio de una vida de cosmovisión indígena. Me interese por conocer acerca del Nasa Yuwe, lengua indígena nasa, las costumbres y pensamiento nativo. Se hoy que soy parte de una gran historia y de una nación que desborda de diversidad, la cual gracias a guerreros milenarios es considerada una nación multiétnica y pruricultural. 
Un madre es considerada por quien engendró como merecedora de alago, afecto, respeto, y admiración, así pues esta no es la excepción. Mi madre fue y es mi inspiración, me ilustró de dos formas diferentes guiadas por su corazón. Por otra parte y activamente mi madre ha sido mi maestra y guía en el camino de la vida, por ella es quien soy como ser humano, un resultado de creencias, una religiosa y otra nativa; es por ello que vengo del amor infinito de un Dios quien creó la madre tierra, la cual sostuvo en sus brazos a mi madre, mujer humilde y capaz quien me dio el regalo de la vida y no siendo suficiente me entregó la suya.


Primera entrega


Mi primer viaje a la Usa.

En Un día como cualquier otro, me disponía a tomar mis clases correspondientes al grado décimo. Recuerdo con bastante detalle ese día, tenía dos horas de Ingles con el Padre Leónidas Andreolli. Después de pasados 20 minutos, llegó el padre Francisco Amico, rector del colegio, presentándonos una convocatoria. Esta tenía como propósito reconocer el liderazgo de los jóvenes, contribuyentes de diferentes actividades en pro de la sociedad, ya sea en el aspecto ambiental, cultural o político. Por ello, la Embajada de los Estados Unidos premiaba a aquellos jóvenes quienes que tuvieran un impacto en cualquiera de los aspectos anteriores con un viaje de tres semanas a su país, con el objetivo de intercambiar conocimientos entre adolescentes de distintas nacionalidades. Un invitado para este proyecto evidentemente fue Colombia. Me emocioné, pensando en el viaje que el año anterior mi madre había realizado a ese mismo país, con propósitos totalmente opuestos a los de dicho financiamiento.  Mi madre viajo con la finalidad de exponer los puntos en contra de la firma del Tratado del libre Comercio entre Colombia y dicho país. Pero tan conversación no viene al caso.
Llegue a casa, buscando a mi madre. Le conté lo sucedido en la clase, y estas fueron las palabras que me dijo: “hija ese es tu viaje”. Literalmente, apenas entraron las ondas de sonido a mis oídos, provenientes de sus cuerdas vocales, sentí que ya estaba escrito. Por lo que procedí a enviar los documentos respectivos que solicitaban. Los entregue a mi directora de grupo, quien los envió a la sede en Bogotá de a la Embajada estadounidense. Mientras pasaban los días pensaba en que eran pocas las posibilidades de que fuese elegida, pues miles de convocatorias serian enviadas de toda Colombia.
Sin embargo, pasadas las tres semanas, al llegar a mi casa recibí una llamada de la directora de inversión y desarrollo de la embajada de los EEUU mencionada. Me pregunto cómo estaba, me mencionó que mis documentos eran bastante buenos; mientras terminaba de decirme esto pensé que sonaba como cuando te dicen que no quedaste con el cargo, pero que tienes muy buen currículum. A pesar de ello me lleve la sorpresa de que al final, mientras estaba perdida en mis pensamientos, escuché  un-“…Felicitaciones Lina. viajas a los Estados Unidos de América.” Me quede un instante en silencio. Y con vos suave le dije a mi familia materna, reunida alrededor de mí- me eligieron-. Todos me felicitaron.
En septiembre del año 2013, es decir, dos meses después de que me ser elegida eligiesen, viajé a la capital colombiana Bogotá a conocer a los demás jóvenes embajadores, eran 11 y, acompañados de 2 tutores, provenientes de Choco, Restrepo valle, Medellín, Córdoba, Cauca y de otras partes del país. Al Llegar al campamento Bochica, realizamos distintas actividades para relacionarnos, entre ellas la retroalimentación de aspectos típicos de nuestras regiones, tales como la comida, bailes, costumbres y vestimenta. En este lugar estuvimos por una semana, y desde el primer momento nos llevamos muy bien, existía la confianza entre nosotros.
Dos días antes de nuestra partida hacia Norte América, nos dirigimos nuevamente a Bogotá con el fin de realizar el trámite para obtener la visa. Esto nos tomó solamente un día.
Al día siguiente viajamos a Washington D.C., donde estuvimos solo por una noche, nos hospedamos en la universidad de Delaware, al día siguiente nos reunimos para conocer el plan diario de ese viaje, propósitos y  actividades lúdicas. Estando ahí nos asignaron en parejas, a otros en grupos de a tres, familias nativas del país. Mi compañera de estadía fue Yesica Delgado, una joven de 17 años, en aquel entonces, bastante bromista y extrovertida. Nos correspondía convivir con unas bellas personas, la Familia Thomas, con las cuales aún sostengo un contacto.
Junto con la delegación de Colombia viajaba la de Ecuador, con jóvenes líderes en su país. Uno de ellos se llamaba Carlos, quien congenió inmediatamente con Yesica, mi compañera de familia. En todos los Viajes que realizamos íbamos en compañía de los ecuatorianos, rara vez no estábamos en el mismo lugar. En distintas ocasiones, Yesica y yo salíamos a entretenernos con Seth, uno de los hijos menores de la familia, ya fuese a ver a los animales, salir a un café bar, ver una  película o divertirnos jugando bolos. En esta última ocasión recuerdo que me sentía realmente indispuesta y, sin embargo, acepte la invitación de Seth. Nos dirigimos a un sitio bastante grande, aquí pedimos algo de comer y posteriormente empezamos a jugar. Iba ganando pese a lo mal que me sentía. Mientras esperaba mi turno, Yesica me pidió que le dijese a Thomas que no se sentida bien y que regresáramos a casa, le pedí que esperase un momento, mas ella siguió insistiendo por lo que decidí decirle. Llegamos a la casa y lo primero que hice fue pedir una pasta para el dolor de cabeza. Y mientras esperaba a que mi “mama” Amy me la pasase, Yesica me dijo: -Lina, porfa dile que me presten la computadora- y así lo hice. Pues me afirmo que necesitaba hablar con su mamá. Me recosté en la cama y, unos minutos después, fui a ver que hacía Yesica. Estaba hablando con Carlos, me enfade mucho, pues su enfermedad era solo un pretexto para verse por webcam con el susodicho.
En nuestro paso por Estados Unidos, conocimos distintos estados, tales como Pensilvania, Delaware, Newark y Nueva York, este último es el que más recuerdo, no tanto por sus tan altos edificios, sino por el frio que hacía en ese momento, tanto, que llevaba puestos tres sacos, un par de guantes, una bufanda y una chaqueta, y sentía como si estuviese desnuda en plenas calles neoyorquinas, en las cuales el calor no viene de las personas sino de los múltiples sitios de comida chatarra existentes y en donde se podía observar un mendigo en cada esquina que cruzaba, la realidad de una inequidad social que aun en un país con “economía desarrollada” existe.
El último día de la experiencia, la familia Thomas nos realizó una cena de despedida, al estilo americano, “Buffet”, donde no podían faltar los emparedados y las hamburguesas. Regresamos a Bogotá el 23 de octubre de 2013, contamos nuestras historias, reflexiones y aquello que habíamos aprendido en ese lugar. Un aprendizaje mutuo de los cuales cada uno se llevó un saber, incluso Yesica, quien se dio cuenta de que los ecuatorianos no difieren de los hombres colombianos en cuanto de hablar con la verdad se trata, falacia para unos realidad para otros.




5 comentarios:

  1. Hola Lina.
    Disculpa la tardanza de este comentario. Realmente me encanto tu autobiografía por la forma en que la organizaste y como pudiste, al menos a mi, atraer al lector. Me pareció bastante difícil de leer la situación entre tus dos padres. La forma en que describes a tu madre me dejo anonadado, ya que tu madre es una persona que de manera coloquial se diría "Berraca" y es capaz de sorprender a cualquiera por sus tan altas capacidades. Te felicito, aun así al texto se le deben hacer unas correcciones de puntuación.

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  2. Yo soy nasa
    Falta resaltar aspectos que llevaron a tomar ciertas decisiones, como las de tu madre al emprender un nuevo camino contigo y tu hermana, eso en cuestión de redacción y orden del texto.
    En cuanto al sentido de tu autobiografía es de resaltar la cuestión de que tu amor y sentido de pertenencia con tu etnia van influenciados con la lucha en la que tu madre ha emprendido camino, ya que nos mencionas los aportes de ella, en el pueblo nasa, pues ha sido gestora de diversos proyectos. Después de contarnos como tu madre se convirtió en una heroína para ti, pues es una persona que ha sabido manejar autonomía propia; ahora entiendo tu modo de pensar, dándonos la idea de que eres una líder en potencia, que va a lograr grandes hazañas dentro de comunidad.
    Sin embargo, ya que todo es cuestión de tus ideales y autonomía, estos pueden cambiar dándote otra visión respecto a tus convicciones, por las influencias que se presentan en el trayecto de un líder en formación.
    Mateo Flor B. -216037
    Johana Cuastumal F. -216031

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  3. Autobiografía: Yo soy Nasa.
    Esta autobiografía me pareció muy interesante por algunos de los acontecimientos que marcaron su vida. Es notorio el amor y admiración que siente hacia su madre por ser ella su pilar y ejemplo a seguir. También, me llamo mucho la atención el gran sentido de pertenencia que tiene con su comunidad indígena y como escribe con orgullo que es nativa de esas tierras tan deseadas por muchos pero conocidas por pocos, es enriquecedor que a su edad tenga tanto conocimiento sobre la comunidad indígena y como funciona.
    Sin embargo, hay unos problemas de redacción en el texto y frases que me generaron confusión e hicieron que le perdiera el sentido a las ideas, por ejemplo: “En septiembre del año 2013, es decir, dos meses después de que me ser elegida me eligiesen”. Por eso es de gran importancia leer el texto varias veces para que no tenga este tipo de errores al momento de su publicación.

    Natalia Arbeláez Salazar.
    Estudiante de la Universidad Nacional de Colombia sede Palmira.

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    1. La autobiografía final es la primera; es decir la de mi madre. La ultima, titulada mi primer viaje a la usa, fue una tentatoria ala que no le dedique varias veces la re-escritura, ya que esta no me motivo a escribir algo de mayor trascendencia, así que agradezco tu comentario, sin embargo ten en cuenta que la primera es mi edición final.
      Muchas gracias.

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